— Ejecentral
Si nos atenemos a lo expresado recientemente por los propios priista de que las divisiones en el pasado nos les permitieron obtener buenos resultados electorales, y que en cambio, a decir de ellos mismos, ocurre lo contrario cuando van unidos, como en la elección del 2009, en la que lograron la mayoría en la Cámara de Diputados, pues sucede que ahora, aunque digan que ya aprehendieron la lección, la verdad es que están a un paso de caer en graves divisiones, sino es que ya lo están, y bajo esa lógica, entonces desde ahora se podrían prever consecuencias drásticas de proporciones mayúsculas, que les frustren sus sueños guajiros, porque que ilusamente creen que ya tienen en la bolsa la Presidencia de la República, cuando ni siquiera todavía compiten en los procesos electorales del 2012.
Pero hay que recordarlo, que durante meses han presumido, a voz en cuello y con la arrogancia que les caracteriza, de que están blindados contra cualquier división interna, aunado a que se han autogenerado la expectativa de que están de regreso para recuperar el más alto cargo del país, expectativa que posiblemente les resulte falsa porque no se les llegue a cumplir su deseo, pero que a manera de propaganda y de táctica estratégica, tal expectativa la han difundido con intensidad, repitiéndola hasta el cansancio y cuantas veces les es necesario, como para que la sociedad en el fondo la asimile y con ello provoque que anticipadamente se predisponga a dar por hecho de que el PRI regresará al poder.
Bajo esa lógica, también ha sido notorio que los priistas en los últimos años procuran cuidar todos los detalles para mostrar una supuesta buena imagen de su partido, aunque sea inocultable que al PRI nada más lo enmascaran, porque en los hechos es el mismo partido de siempre, falso, tramposo y corrupto. De igual manera han procedido con el mismo método respecto a su a su impoluto y perfumado aspirante presidencial, Enrique Peña Nieto, a quien cuidan como si fuera su más valioso tesoro, al evitar que ni el pétalo de una rosa lo testeree para que no le vaya a desgastar su maquillado rostro, o que ni el viento le despeine tan siquiera un cabello de su abultado copete, ya que sus seguidores se van con la banalidad al ver en su cabellera como su mayor atributo, ¿de atracción política?
Pues resulta que los priistas no deberían de estar tan seguros de que no se dividirán, y menos de que la Presidencia de la República ya la tienen en sus manos, porque lo cierto es que también tienen sus tribus, como en el PRD, o si se quiere las corrientes internas del PAN, las que ahora no están dispuestas a acatar las imposiciones rígidas de siempre, bajo la misma dosis de disciplina ciega que en el pasado se les ha suministrado de acuerdo con las circunstancias imperantes, cuyo efecto recurrente ha sido la nulidad absoluta o vulneración total de libertades y de derechos políticos. Por lo que, una cosa es estar unidos y otra muy distinta es estar sometidos.
La realidad es que esa unidad priista está en veremos, porque empiezan a aparecer las primeras fisuras que podrían convertirse en fracturas.
Sí, en el PRI las inconformidades internas suben de tono, evidencia de ello es lo sucedido en días recientes, cuando se ha desplazado a prominentes priistas de toda la vida por dar cabida a candidatos extraños y arribistas de otros partidos, provenientes del Panal y del Verde Ecologista, que su único mérito es la negociación que sus respectivos partidos realizaron con el PRI, al que se coaligaron para contender en las elecciones del 2012.
Casos concretos de ello, son las primeras inconformidades o rebeliones priistas, surgidas en Chiapas, Sinaloa, Distrito Federal, Jalisco y Quintana Roo. Y para acabarla de amolar las corrientes del PRI del Distrito Federal, lideradas por la Senadora María de los Ángeles Moreno y el Diputado Federal Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, se vuelven a agarrar a sillazos como hace tres años. Bueno, en este zafarrancho hasta con café caliente se aventaron al rostro lo que dejó como saldo varios heridos y denuncias penales presentadas ante el ministerio público. Obvio, a esto no se le puede llamar unidad, más bien es una división por un reparto de pastel de candidaturas que no les alcanzará para todos, mientras tanto el PRI no se fisura, ¿se resquebraja? Lo veremos.
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