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La renuncia de Humberto Moreira


Por: Jorge Herrera Valenzuela

Cuando Enrique Peña Nieto y sus entonces compañeros gobernadores determinaron brindarle todo su apoyo al profesor Humberto Moreira Valdez para que se perfilara como único aspirante a la presidencia del comité ejecutivo nacional del Partido Revolucionario Institucional, lo hicieron por encontrar en él al tipo ideal, como buen norteño, para enfrentar una triunfadora campaña política para que el priísmo retornara al poder

Moreira solicitó y obtuvo licencia de la Cámara de Diputados local para separarse del cargo. Se nombró al Gobernador Interino. Don Humberto tomó sus maletas y voló hacia la Ciudad de México. Se hizo acompañar de las personas de toda su confianza y las integró a las actividades partidistas. Nada de medirse en gastos de hospedaje y alimentación. Mientras eso ocurría, todo parecía que iba por el mejor de los senderos. Su hermano Rubén estaba en pos de la gubernatura y hoy es Gobernador Electo.

El político coahuilense llegó y prendió la lumbre. Empezó con declaraciones que inmediatamente lo presentaron como uno de los broncos del norte. Aun no era el 4 de marzo de 2011, fecha en que asumiría el poder partidista y dejó durante unas semanas silenciada a la licenciada Beatriz Elena Paredes Rangel. Volvió la calma y don Humberto entendió que llegaría el momento para gritar más fuerte.

Apenas despegaba en su carrera direccional cuando apareció el primer prietito, la primera mancha en la piel del tigre, el inicio de la denuncia periodística, en un diario del Distrito Federal. Se publicó que Vicente Chaires Yáñez, uno de sus más íntimos amigos y cercano colaborador ya estaba en la nómina de funcionarios priístas. La respuesta no fue muy convincente y se trató de no darle importancia.

Chaires Yáñez fue parte del equipo del gobernador Moreira Valdez, como un mando medio. Sin embargo en muy corto tiempo se convirtió un magnate de negocios inmobiliarios y también incursionaba en el medio electrónico. Pronto desapareció de la nómina priísta. El propio Vicente desmintió su enriquecimiento, sin que nadie quedara complacido. El asunto se fue, aparentemente, al olvido y el dirigente del PRI descansó.

Sin lugar a dudas Humberto Moreira Valdez se mueve como pez en el agua. Tiene la habilidad que requiere un político para concertar, para convencer y para acallar a quien lo increpa. Una muestra de ello es que se condujo con suma destreza para que su hermano Rubén llegara a la gubernatura de Coahuila y que no fuera él quien le entregara la estafeta. Hasta estos días ese capítulo lo ha librado bien.

Un tercer punto y seguramente el más delicado, en su breve etapa de político nacional, apareció en el curso de las semanas siguientes. Se supo que el gobernador con licencia y ahora presidente nacional del PRI dejó en la inopia a Coahuila. Las arcas están vacías o si no en ceros, quedaron con papelitos de una deuda que asciende a unos 34 mil millones de pesos. Seis años atrás, al comenzar el sexenio, la deuda era de ¡CIENTO NOVENTA Y SEIS MILLONES DE PESOS!.

A las nada claras explicaciones y frente a las nulas aclaraciones, no hubo más especulaciones y si ataques directos hacia Moreira, pero empezaron a retumbar en las oficinas de Enrique Peña Nieto, ya convertido en ex gobernador del Estado de México y viable precandidato presidencial el próximo febrero. El hombre fuerte del PRI empezó a perder credibilidad y pasó a ser una persona muy vulnerable.

En torno al problema que representa el endeudamiento que ya dio margen para que el gobernador interino haya hipotecado la recaudación de impuestos estatales, también está la investigación de la Procuraduría General de la República en torno a la falsificación de documentos, el uso de sellos federales, para gestionar y obtener los créditos. Y eso ocurrió cuando Moreira Valdez aun no pedía licencia como gobernador.

El PRI está por retornar a Palacio Nacional y a la residencia oficial de Los Pinos. Se supone que tiene muchas probabilidades de regresar luego de doce años. Es obvio que las huestes del panismo y principalmente el presidente Felipe Calderón Hinojosa no desean, no quieren, que haya tal regreso. La guerra política alcanzará una dimensión que hasta ahora pinta como histórica, lástima que sea una guerra a base de descalificaciones y no de propuestas que lleva al país por mejores caminos.

Bueno, lo que habrá que analizar y discernir Enrique Peña Nieto es sobre el futuro de su gran cuate Humberto Moreira Valdez. Hay tres causales muy fundamentadas para el retiro del actual dirigente priísta. Es decir, sin darle más vueltas, Moreira debe presentar su renuncia y así perjudicará menos a quien le brindó toda la confianza. Imaginemos todos los ataques al que resulte candidato presidencial del PRI con un comité ejecutivo nacional encabezado por una persona sin credibilidad.          

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