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El gemelo de alias Ponchis



Por: Jóse Cárdenas.
Es de alias Gallito. Tiene 15 años y era niño sicario del cártel de Los Pelones, en Isla Mujeres.

Su foto en Facebook lo muestra en la selva, vestido de comando, empuñando un fusil MK-1 lanzagranadas.

La precoz carrera delictiva de Gallito fue truncada por la Procuraduría de Quintana Roo. Lo “atoraron” el viernes.

Con el mismo cinismo del “celebre” Ponchis, confesó sus fechorías.

Jonathan Adriel Meneses Marín inició su carrera criminal a los 11 años. Ascendió rápidamente. Le iba requetebién, hasta que se involucró en el asesinato de dos jovencitas. Eran sus ejecutivas de cuenta para mercar “mota”, “perico” y “tachas”.

Pero a las “señoritas” las perdió la ambición. Decidieron vender la droga por su cuenta. Gallito y sus jefes no lo soportaron. Ordenaron rentar un cuarto de hotel y llevar a las mujeres por la fuerza, torturarlas y degollarlas.

Meneses Marín fue capturado. Quedó a cargo de la Fiscalía Especializada en Menores, con sede en Chetumal.

Sin embargo, aunque el juez lo encuentre culpable, Jonathan podrá ampararse para evadir la pena que a un adulto le costaría 60 años de prisión.

Gallito correrá con la misma suerte que El Ponchis. Seguramente saldrá libre… en menos de tres años.

Según especialistas, el encierro, lejos de rehabilitarlo, incrementará su peligrosidad.

Si entró mal, saldrá peor.

Ponchis y Gallito encarnan la tragedia de millones de jóvenes sin futuro. Sin valores.

Los patrones se repiten. Son semillas de maldad de un coctel explosivo que nadie desactiva.

Prefieren vivir poco, pero vivir “bien”. Su culto es la lana fácil. Para ellos es mejor ser sicarios que notarios.

El crimen ha reclutado a poco más 30 mil menores como ellos. En los últimos cuatro años, más de cuatro mil niños delincuentes han sido detenidos. Buena parte por vínculos con los cárteles siniestros. Son jóvenes al margen del sistema educativo. Niños huérfanos de niñez.

Son la carne más barata de cañón. Por eso abunda.

Los vemos de lejos y les volteamos la cara. Como si nosotros fuéramos inocentes.

La verdad es que nuestro sistema de justicia carece de recursos para reinsertar a esas “semillas de maldad”, nuestra clase política carece de voluntad para remediarlo y nosotros de valor para exigirlo.

Bien lo dijo Mario Delgado, secretario de Educación del GDF: “Los jóvenes no son un peligro, son ellos quienes están en peligro”.

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