- Javier Corral Jurado
Cuando Carlos Fuentes dijo de Enrique Peña Nieto, “este señor tiene derecho a no leerme, pero a lo que no tiene derecho es a pretender gobernar el país desde la ignorancia”, el escritor mexicano, autor de “La región más transparente” (1958), le había dado la puntilla a esa imagen impecable y capaz, de éxito absoluto y casi invencible que el duopolio televisivo le labró en cinco años de peculado a las finanzas del Estado de México y sintetizó el fenómeno que ahora persigue al candidato ungido por donde va: el traspié como expectativa. La gente ya espera el siguiente error, la próxima trastada.
Puede ser que “Librería Peña Nieto”, “Yo también soy Prole” y “No soy la Señora de la Casa”, que se han hecho tan populares en las redes sociales como Twitter y Facebook, no le hayan causado una baja considerable en las encuestas, sobre todo por la protección que le brinda Televisa al ocultar informativamente los deslices y la visión misógina del abanderado priísta, pero es indiscutible que se extiende en el país la idea de que Peña Nieto no trae nada; es pura imagen. Una invención de la mezcla negra de publicidad con propaganda que se disfrazó de cobertura noticiosa.
He llamado a esa realidad, la brutal vacuidad. Pude haberle llamado el terrible tropezón, pero en realidad más que error se trata de la superficialidad de ese espíritu, el vacío conceptual, la nula capacidad de improvisación, lo que Denise Dresser ha denominado el modelo bombón.
Claro que ya sabíamos que el mundo de los libros, no es un mundo que le fuera propio. Por eso no ha sido suyo el mundo de las ideas en su posicionamiento público. He formulado en otras colaboraciones la interrogante: ¿Cómo es entonces que ha llegado tan lejos en las encuestas? Eso es lo interesante. ¿Basa su imagen en una espléndida acción de gobierno? Tampoco. Las estadísticas no lo confirman así en el Estado de México, donde se localizan varios de los índices mas vergonzosos en inseguridad, pobreza, competitividad y transparencia.
Ayuno de un pensamiento político propio, se ha mantenido resguardado en escenarios controlados, a través de un pacto político entre los principales consorcios mediáticos, y ha gozado de la inacción de diversas autoridades en distintos niveles de gobierno, y por supuesto de la impunidad que le otorgó el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación cuando se le demostró la mayor violación a la legislación electoral en relación con el uso de la televisión nacional para difundir su informe estatal de gobierno.
A la larga protección de la que ha disfrutado, colocada como alerta nacional su ignorancia supina, ahora Peña Nieto se prepara para gozar de una nueva ventaja, tan indebida y absurda como las anteriores.
El Consejo General del IFE determinó que los precandidatos únicos pueden realizar actos anticipados de campaña, borrando en los hechos la legislación electoral que estableció dos etapas del proceso electoral federal: las precampañas y las campañas. Porque eso y no otra cosa fue lo que se hizo al autorizar al candidato ungido y al precandidato único a convocar mítines y reuniones con simpatizantes a lo largo y ancho del país.
Por eso el Comité Ejecutivo Nacional del PAN acordó en su pasada sesión extraordinaria, exhortar al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación a responder en el plazo más breve posible el recurso de apelación SUP-RAP-003/2012. Dicho recurso combate ese acuerdo del IFE mediante el cual se respondió la consulta que se le formuló por parte de Andrés Manuel López Obrador respecto a las actividades que como precandidato único puede realizar en el marco de la ley electoral vigente.
El IFE produjo lamentablemente un verdadero galimatías, pues por un lado aplicó correctamente el criterio de que los precandidatos únicos no pueden tener acceso a los tiempos oficiales en radio y televisión, pero por el otro, los autoriza a asistir a mítines convocados por los militantes de los partidos políticos, en los que “no podrán hacer llamados al voto ni presentar su propuesta de campaña”, pero todo lo demás sí.
Además del simulador de López Obrador que lo ha hecho a lo largo de cinco años –incluso en spots de televisión–, ahora también el PRI y su precandidato único, que se opusieron militantemente a realizar los más mínimos ajustes a la legislación electoral para dotar de mejores condiciones a la competencia electoral y dar más claridad y sentido a algunas de sus disposiciones, están inconformes con los criterios señalados por el Consejo General del IFE, sobre todo en la limitación para hacer uso de los tiempos oficiales en radio y tv.
Acción Nacional confía en que el criterio que niega a los precandidatos únicos el uso de los tiempos oficiales en radio y tv, sea confirmado, pero también esperamos que la decisión que les autoriza hacer campaña, sea revocada.
Tanto el PRI como el PRD al no poder colocar a sus precandidatos únicos en los tiempos oficiales de radio y televisión, no sólo pagan las consecuencias de un modelo restrictivo en este rubro, sino esencialmente por la nula vida democrática que han decidido para determinar sus candidatos. El chantaje con el que López Obrador se hizo de la candidatura de la izquierda, y el agandalle que Televisa hizo en el PRI con la candidatura de Peña Nieto, se van a aderezar con dedazos en todo el país de los candidatos al Congreso, tanto para Diputados como para el Senado. Ambas coaliciones han preferido las negociaciones cupulares para armar sus listas, en negociaciones que sólo ellos conocen, antes que reconocer el derecho de sus militantes a participar en procesos eleccionarios. Si esos procesos existieran podrían usar los tiempos en radio y televisión para llegar a sus militantes, como es el principal supuesto de la etapa de precampaña.
El único partido que hoy lleva a cabo elecciones internas, incluso abiertas a todos sus simpatizantes como es el caso de Chihuahua en el que participo como precandidato al Senado, es Acción Nacional. Aprovecha por supuesto una regla a su favor que los demás han despreciado, el uso de los medios electrónicos cuando realmente hay un ejercicio destinado a conseguir el voto de los miembros activos, adherentes y simpatizantes.
Las consecuencias de esta errónea decisión del IFE afectan gravemente las condiciones de certeza y equidad del proceso electoral y anulan el sentido original de la reforma al COFIPE, que entre otros objetivos buscaba reducir la duración de las campañas electorales y favorecer la realización de procesos democráticos dentro de los partidos políticos para la postulación de sus candidatos. Esta decisión también le causa un agravio directo al PAN, pues al cambiar las reglas de los actos permitidos durante el proceso de precampañas le concede una indebida ventaja al “pre-candidato único” y al candidato ungido, ya que les permite utilizar los recursos públicos que reciben como prerrogativas para realizar prácticamente cualquier tipo de acto político público y abierto, anulando en la práctica la prohibición de realizar actos anticipados de campaña.
Este es el marco de protección en el que se ha desarrollado la candidatura de Peña Nieto. No debemos dejar de señalarlo con toda claridad: en la invención de su candidatura por la televisión, en la protección mediática cada vez más extendida, en la impunidad de sus ilegalidades y en las ventajas indebidas como la que ahora describo, se explica la asunción de uno de los políticos más ignorantes en las preferencias electorales.
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