Yo sé que pido mucho y también... ¡que el que no pide, no merece! Encabeza en tu espacio una nueva actitud entre nosotros.
Pedro Ferriz., Excelsior:
Así como integramos un decálogo de lo deseable en el próximo Presidente, valdría repasar lo que no queremos que haga. Hablar en negativo no resulta conveniente, aunque si comparamos nuestra lista de “lo que no”, puede que tenga sentido, sobre lo que vemos en los preaspirantes a la Silla Presidencial.
1. No quiero a alguien que me hable bonito. No deseo escuchar lo que quiero, sino la realidad de lo que es y hay que hacer. No se trata de complacer audiencias, sino de unir al país en torno a realidades. Un mismo discurso a pobres y ricos. Empleados y desempleados. Educados o no.
2. No quiero a un Presidente encabezando un cártel de beneficiarios del sistema. Oportunidades iguales a mexicanos bien intencionados. No a círculos de privilegiados... Eternos lambiscones causantes del estancamiento de nuestra democracia.
3. No quiero a un Presidente protagónico. El llegar a la silla ya de suyo es un paso a la historia. Finalmente todo empieza y acaba. Las loas cotidianas son “ecos de la nada, extraviadas en el tiempo”. No al culto presidencial. Un Presidente adusto y responsable.
4. No puedo pensar en un sordo para que nos gobierne. Un Presidente escucha por igual al virtuoso o al necio. Busca escuchar a los “sin voz” y a los estridentes. A francos y torvos. Credos e ideologías. Para todos habrá de encontrar tiempo y vías de comunicación. Un día sin escuchar a tu pueblo, es como un “barco sin timón ni brújula”.
5. No debo pensar que si todos los preaspirantes a la Presidencia tienen ojos y les funcionan, eso me garantice que vean. Hay hombres que ven sin mirar. Fijar la vista no es observar. Los colores dan matices. Las formas, el fondo de las pretendidas soluciones. Las imágenes, escenario a conservar o corregir. Mala la miopía como el astigmatismo. Demandamos a alguien que vea de lejos y de cerca.
6. ¡Cómo me gustaría un Presidente mudo! ¿Conocen o han intercambiado sensaciones con alguien así? Los mudos, al no poder hablar, tratan de accionar todo aquello que les permita expresarse. Es decir, para el mudo, nada es palabra... Todo es acción. El mudo “habla de bulto”. Un gran problema de México y sus gobernantes es que se ha abusado de las palabras y no de las acciones. Un resultado es mejor que mil discursos. ¡Ya basta de tanta prosa!
7. No quiero un Presidente vanidoso. De esos que se sienten “dueños de sus méritos”. Epicentro de la luz. Requiero un humano. Si busco a Dios, voy a una iglesia y rezo. Un Presidente ostenta un aura que se la damos todos con nuestra luz. Él no tiene luz propia.
8. Nada peor que los “suaves modales”. Eso es de gente que se ha estudiado frente a un espejo. Se ama. Esos seres livianos llegan a enamorarse de su figura. Requerimos un pretencioso por a lo que aspira y no por lo que se piensa.
9. No deseo un líder desobligado. Un Presidente está siempre consciente que su palabra tiene un peso especial. “Me lo dijo el Presidente”, solemos decir. Eso significa que dentro de sus palabras está la verdad y no falsas expectativas. Si el Presidente promete un río de agua de limón, ¡más le valdrá sembrar un sinfín de limoneros!
10. No quiero ni puedo aceptar un Presidente rencoroso. Un ser al frente de otros, debe tener corta memoria para los agravios y larga para la gratitud. ¡Suele ser al revés!
Yo sé que pido mucho y también... ¡que el que no pide, no merece!
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Encabeza en tu espacio una nueva actitud entre nosotros.
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