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Vicenta y el día más triste de su vida



ROSARIO CARMONA/RICARDO URIEL HERNÁNDEZ
Fuente: animal politico. agosto 22, 2011

Entre sollozos que no cesan, Vicentareconstruye en su mente el rompecabezas del día más triste de su vida.
Se culpa y maldice su suerte, no se perdona por haber dejado solo a su hijo de seis años, por no ir a recogerlo de la escuela para llevarlo a su casa en una pequeña ranchería deSan Mateo Piñas, en Oaxaca.
Casi no come, casi no duerme, ha estado enferma, sólo la mantiene con vida la esperanza de que el hombre que violó y asesinó a su pequeño sea sentenciado.
Rehace la dolorosa historia del 8 de junio de este año, mientras el llanto recorre sus mejillas. “Se llevaron a mi angelito”, dice.
Todos los días, el pequeño tenía que caminar por espacio de hora y media para llegar al colegio en San Cristóbal Bajo, primero un tramo de terracería y luego por la carretera.
Su mamá lo acompañaba siempre, era un hábito que cumplían con gusto, por el placer de aprender.
Pero ese 8 de junio, el pequeño le dijo a su mamá que para que no se cansara,  él regresaría con un amiguito que hacía solo el mismo recorrido diario.
Salió de la escuela, se encaminó hacia la carretera, pero nunca llegó a su casa. Al pasar las horas, su madre dio la alerta a sus vecinos y salieron a buscarlo.
Una compañera del colegio lo vio salir, otro lo observó platicar con un hombre, uno más notó al mismo hombre cuando entró a una tienda a comprarle unas Sabritas.
También  advirtieron cuando el sujeto se robó un caballo y subió al niño, salieron de la carretera y luego se perdieron en el monte.
En ese pueblo también reconocieron al hombre que había estado con el niño y lo identificaron como Julio César Ruiz Martínez, de 23 años de edad. Dijeron que tenía la playera manchada de sangre.
Vicenta y sus vecinos llegaron hasta la ranchería de Julio César; sus abuelos comentaron que estaba dormido, había llegado borracho y con la playera manchada de sangre porque lo habían agredido.
Vicenta conocía al hombre: “Me ofrecía llevarme en su camioneta, porque su rancho estaba cerca, iba a mi casa a comprar plátanos y yo a veces hasta se los regalaba”.
Julio César se había ganado la amistad de Vicenta y de su hijo, por eso ella creyó cuando le comentaron que cuando lo agredieron, el pequeño corrió espantado y se metió al monte.
Los habitantes del pobladoorganizaron la búsqueda
Ya entrada la noche en el poblado de San Mateo Piñas, fue cuando los habitantes por fin lograron encontrar al niño. Fueron varios kilómetros y horas de buscarlo.
La última vez que lo vieron fue alrededor de las 14: 30, al salir de la pequeña escuela de Conafe.
Durante más de 15 horas el cuerpo permaneció tirado. El niño de 6 años de edad había sido violado y asesinado.
Su pequeño cuerpo tenía, dijeron los médicos forenses, seis puñaladas, le destrozaron el corazón y los pulmones, además fue violado.
Vicenta perdió a su único hijo
Vicenta llora, se aferra al único aliento que le queda de vida y se maldice a cada rato porque ese día, sólo ese día, no fue a traer a su hijo a la escuela.
“Yo ya no quiero vivir, ya no tengo para qué,  no me he quitado la vida porque quiero que el asesino de mi hijo tenga su sentencia, pero ya no como, ya no duermo, estuve internada en el hospital y me la paso mal, ya no creo en nada ni en nadie, me quitaron a mi ángel que era mi vida.”
Y así, Vicenta enfrenta su tragedia, con dolor y coraje. Enojada con ella misma porque nunca sospechó del hombre que atacó a su hijo.
Recorre las imágenes, las palabras y termina repasando la escena que le robó la tranquilidad.
“Mi hijo estaba en la barranca, ni siquiera pude abrazarlo, besarlo, estaba ahí tirado y no me dejaron ni tocarlo” y esos recuerdos le arrancan a pedazos la vida.
“Yo por eso estoy muy desesperada porque ese hombre está en la cárcel pero todavía no le dan la sentencia y yo como quisiera que el juicio fuera más rápido porque yo me siento muy mal, teniendo un ángel de 6 años y ese hombre borracho, loco,  lo violó, lo sacrificó terriblemente, para mí no hay consuelo, yo siento la muerte, todos los días que amanezco y anochezco me maldigo porque no fui por mi hijito a la escuela”.
Y mientras las preguntas vuelven a aturdirla, Vicenta sólo alcanza a pensar en ese día, a exigir la sentencia para el responsable de su tragedia.
“Yo siempre bajaba por él y el día martes bajé por él, pero ese miércoles él me dijo: no vayas mamita porque te cansas, yo a las 4 llego. Dieron las 4:30 y me fui a buscarlo, pero mi hijo ya estaba sacrificado y todavía botado en una barranca. No lo encontrábamos. Y si ya hay todas las pruebas de que él fue ¿qué espera la ley para sentenciarlo?
Entre el miedo y la desconfianza
Al comenzar las investigaciones, algunos testigos narraron la última vez que vieron al hijo de Vicenta, todoapuntaba a Julio César.
Con esas evidencias, la policía detuvo al individuo, al “chacal”, como le apodaron en esa zona de Oaxaca.
Pero a dos meses de distancia, la desconfianza de Vicenta y su familia crece.
Familiares de Julio César Ruíz tienen antecedentes penales: Su papá estuvo preso dos años por el homicidio de un policía, su tío estuvo cinco años en la cárcel en Etla por haber asesinado a una mujer, salió de prisión apenas este año. Eso es lo que más hace temer y desconfiar a la familia de Vicenta.
De acuerdo con Roberto, tío del niño, los familiares del presunto violador y homicida han lanzado amenazas contra los testigos y se han encargado de divulgar en la población que están pagando para que en prisión,Julio César esté protegido y en un lugar especial, con televisión y lujos.
A Julio César le dictaron auto de formal prisión y la juez, Graciela Maldonado González del distrito de Pochutla, Oaxaca, inició el proceso penal por homicidio y violación.
Pero hay otro dato que hace que la familia de Vicenta desconfíe de la justicia, y es que Julio César era el representante del municipio de San Mateo Piña en la ranchería.
La familia de Julio César se dedica a la siembra del café en sus ranchos y tiene a sus hermanos en Estados Unidos por lo que, asegura Roberto, tienen el poder económico para “comprar la justicia”.
Vicenta, una mujer que ahora se ha quedado sola porque le arrebataron a su “pequeño ángel”, llora, suplica, ruega porque a su hijo se le haga justicia. “es lo único que me mantiene con vida, ya nada más me importa”, recalca entre lágrimas.
Sólo pide que el asesino sea castigado.
Vicenta recuerda que le dijo al síndico de su municipio que fueran a detener de inmediato al responsable y él se limitó a llamarla ignorante y se negó a apoyarla. Todo eso es lo que la tiene muerta en vida.
En el futuro de Vicenta todo es incierto. Los familiares de Julio César nos están amenazando a mis hermanos y a los testigos, dice, “pero si a mí me matan, me harían un favor”.



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