El poder contar con una vivienda propia, es uno de
los problemas que enfrentan millones de veracruzanos, que todavía tienen que
pagar renta o que habitan en situaciones inadecuadas de seguridad y protección,
por ello es que cuando se avecinan tiempos electorales los candidatos suelen
incluir el tema dentro de sus agendas.
Para no variar, así ocurrió en el pasado reciente,
en la campaña de entonces candidato a gobernador por el estado de Veracruz
Javier Duarte de Ochoa, quien en repetidas ocasiones trató el tema ante miles
de paisanos, proponiendo una serie de apoyos, que hasta ahora, a casi un año
del inicio de su administración como mandatario estatal, no se ven por ninguna
parte del territorio.
Las propuestas de campaña electoral –como debe de
ser- se escuchaban sumamente atractivas:
•
Impulsar programas que permitan subrogar a las empresas el desarrollo de
vivienda para sus trabajadores.
•
Implementar parque de materiales y cooperación con los proveedores para
reducir acarreo y problemas logísticos.
•
Reciclar edificios para la construcción de viviendas en zonas céntricas
de diversas ciudades.
•
Impulsar un esquema alternativo para construcción de viviendas sociales
de mayor calidad (espacios y metros cuadrados) con menores costos.
•
Desregular y homogeneizar los reglamentos afines a la construcción de
vivienda para reducir trámites.
•
Innovar con créditos para trabajadores que no pueden comprobar ingresos
y que cuentan con liquidez.
•
Construir bolsas de suelo en los municipios de alto crecimiento urbano.
•
Conformar un programa de desarrollo de proveedores especializados en la
edificación de vivienda popular.
•
Respaldar financiamiento competitivo al sector.
•
Ampliar la cobertura de créditos de vivienda a los trabajadores.
Pero esas y otras muchas promesas más, hasta el
momento, solo han sido eso, promesas incumplidas.
Como dicen en mi pueblo, “obras son amores y no
buenas razones”.
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González
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