El hecho de que los medios tiendan a divulgar la misma imagen de Joaquín Guzmán, dice la agencia InsightCrime, ayuda a construir el mito.
La agencia estadunidense de análisis sobre seguridad InsightCrime destacó un fenómeno al que llamó “la fotografía desconcertante”.
“En la actual inundación diaria de historias sobre El Chapo se usa la misma foto, una y otra vez, a pesar de que está tremendamente pasada y hay otras fotos disponibles”.
El que la fotografía sea de 1993, “capta la profunda y ardiente paradoja que queremos encontrar en un héroe épico. La cara no es una máscara de hierro, es una mueca de sabelotodo. Es sensible”, añadió.
El gobierno de Estados Unidos ya considera al El Chapo como uno de los hombres más buscados, como en su momento lo fue Osama bin Laden.
Según la DEA, Joaquín Guzmán controla el mercado de droga en Chicago, ciudad donde actualmente es juzgado Vicente Zambada, hijo de Ismael El Mayo Zambada, principal socio de El Chapo.
Para InsightCrime, El Chapo tiene ahora un estatus de leyenda: de un nuevo Robin Hood, un nuevo Pablo Escobar o el nuevo Al Capone.
La agencia de análisis recogió trozos de la biografía de El Chapo y lo retrató como huérfano desde niño y luego golpeado y expulsado por un tío.
Destaca su educación de tercer grado y una mente que pasó su tiempo en prisión jugando al ajedrez. “El zorro de las montañas de Sinaloa-Durango parece en la foto que mira la vida con una especie de asombro herido, preguntando por qué lo obligarían a hacer tales cosas”.
Las fotografías más recientes “muestran una cara muy diferente, aunque todavía con ingenuidad (la recién almidonada camisa púrpura metida en los pantalones vaqueros demasiado tiempo bajo una gorra de camionero demasiado pequeña parece conmovedoramente humilde, como los cuentos de que conduce una vieja camioneta, modesto como Atila o Stalin)”.
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