Sus murales en el Estadio Olímpico Universitario y el Teatro de los Insurgentes, entre otros, forman parte del legado que este artista dejó en las calles de la Ciudad de México
Con motivo de los 125 años de su nacimiento, que se cumplen este 8 de diciembre, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) celebra el legado artístico de Diego Rivera, un creador que llevó el arte mexicano al mundo.
Diego María Rivera nació en Guanajuato en 1886, fue un sobresaliente integrante del Movimiento Muralista Mexicano cuya obra se observa en diferentes edificios de México y el mundo: en el Anfiteatro Simón Bolívar del Antiguo Colegio de San Ildefonso, en la Secretaría de Educación Pública (1922), en el Palacio Nacional (1929-1935), en el Palacio de Bellas Artes (1936).
También pintó en la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo piezas consideradas obras maestras del arte contemporáneo, así como en Cuernavaca (Palacio de Cortés) y en Acapulco. En Estados Unidos: en San Francisco, Detroit y en Nueva York.
En 1946 realizó en el Hotel del Prado Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, que ahora resguarda el Museo Mural Diego Rivera y que es considerada una de sus obras más importantes y representativas.
Entre las creaciones de Diego Rivera que se pueden apreciar por la Ciudad de México están: La Universidad, la familia mexicana, la paz y la juventud deportista del Estadio Olímpico Universitario (UNAM), en 1955, y el gran mural del Teatro de los Insurgentes que representa parte de la historia de México, realizado en 1953.
Además de su labor artística, Rivera se convirtió en un importante actor de la vida política y cultural de México: fue co-fundador de la Unión de Pintores, Escultores y Artistas Gráficos Revolucionarios, integrante del Partido Comunista Mexicano y, junto con José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, creador de la comisión de Pintura Mural del Instituto Nacional de Bellas Artes.
En 1950 ganó el Premio Nacional de Ciencias y Artes de México. Falleció el 24 de noviembre de 1957. Los restos de este grande de la pintura mexicana se encuentran en la Rotonda de las Personas Ilustres.
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