Quienes conocen bien al flamante procurador
federal del consumidor, Alfredo Castillo, andan extrañados porque no se le ve
del todo contento en su nuevo encargo. Más allá de que heredó una dependencia
en crisis de credibilidad después del penoso affaire de Lady Profeco, dicen que
Castillo estaba a gusto en la oficina donde despachaba como subprocurador de
Control Regional, Procedimientos Penales y Amparo. Lo cierto es que ahí llevó o
participó en casos de altísimo perfil como la explosión en Pemex y las indagatorias
que llevaron a la detención de Elba Esther Gordillo y, según dicen, pensaba que
tarde que temprano llegaría a la oficina más grande del edificio. Por lo pronto
ya no se le hizo, y en los pasillos de la PGR dicen que mucho tuvo que ver el
que no acabaron de entenderse del todo él y su ahora ex jefe, Jesús Murillo
Karam, con quien incluso llegó a tener varios roces. Pero bueno, al menos
Castillo tiene el consuelo de haber caído para arriba.