Mauricio Meschoulam/El Universal.- La semana pasada, en un programa de Foro TV conducido por Leo Zuckermann, Eduardo Guerrero, uno de los más importantes especialistas en temas de seguridad en México, nos decía que de acuerdo con sus mediciones la violencia está mostrando signos de estarse estabilizando en muchos sitios, y en algunos casos está incluso disminuyendo. Pocos días después de estas afirmaciones nos enteramos que un comando armado había asesinado a once personas inocentes que viajaban en un autobús en los límites del estado de Veracruz y Tamaulipas. Otros más habían muerto ese mismo día, y otros al día siguiente, y al otro, en plena época navideña. Bolsas de cadáveres, camiones abandonados con cuerpos, 10 personas, 13 más.
Seguramente Eduardo Guerrero tiene razón en el esquema que nos presentaba; las tablas que mostraba en el programa documentaban de manera contundente sus afirmaciones. En muchos casos la estabilización o disminución de la violencia era evidente.
Lo que no hemos terminado de comprender, sin embargo, es que para efectos de cómo nos sentimos, a estas alturas este tema tiene poco que ver con las cifras y datos cuantitativos. Ante circunstancias como las de los últimos días, la psique colectiva no lee tablas, sino que percibe e interpreta hechos. Y cuando las tablas no concuerdan con los hechos que la mente ha interpretado, se produce una disonancia cognitiva y la gente simplemente no cree los números, aunque sean reales. He intentado explicarlo en numerosas ocasiones. Volveré a hacerlo ya que la violencia de los últimos días en Veracruz es un ejemplo claro de lo que me refiero, y nos muestra -sobre todo- lo que deberíamos estar haciendo de manera paralela e integral para atender a una ciudadanía que se encuentra mentalmente impactada.
1) Nuestra sociedad se encuentra psicológicamente afectada. Esto ya no es una hipótesis ni opinión, sino un hecho demostrado por los estudios preliminares que hemos conducido un equipo de especialistas en el que colaboro. Podemos afirmar que una de cada tres personas en México exhibe síntomas que pueden sugerir la presencia de estrés, depresión o trauma. Esto representa un incremento impactante contra mediciones efectuadas en años previos al 2006. En la mayor parte de los casos, estos síntomas se asocian a temas relacionados con el crimen organizado, el contacto con medios de comunicación y noticias y la afectación por ver soldados y policías en las calles. Esto resulta en una alteración en las actitudes, opiniones y conductas de las personas. La presencia de estos síntomas no se ubica exclusivamente en los municipios más violentos, lo que denota ya un enorme contagio de estrés entre nuestra población a lo largo y ancho del territorio nacional.
2) Una importante fuente de este tipo de afectaciones tiene que ver no necesariamente con la frecuencia con la que los incidentes violentos se repiten (por ejemplo, el número de homicidios por cada 100,000 habitantes, una de las mediciones más comúnmente utilizadas para determinar el nivel de violencia de las ciudades o países), sino con el alto impacto producido por la manera en la que estos incidentes violentos son expuestos y publicitados. No es lo mismo una cifra x (por ejemplo “11 muertes”), que hablar de una balacera en contra de un autobús de pasajeros en la que 11 personas, aparentemente inocentes, fueron asesinadas por un grupo de sicarios, sin un motivo claro. Simplemente no es lo mismo. La mente no lee igual este tipo de situaciones ya que al tener contacto con la información que nos describe el suceso, comenzamos a sentirnos víctimas potenciales en donde quiera que nos encontremos y decidimos modificar nuestras conductas.
3) Cuando esta violencia es dirigida intencionalmente hacia ciertas víctimas directas con el fin último de que mucho más amplias audiencias reciban el mensaje de pánico masivo, el fenómeno se conoce como terrorismo. Cuando no es así, pero el pánico masivo igualmente se expande a través de medios de comunicación tradicionales o no tradicionales (como redes sociales) se puede hablar de circunstancias proto o cuasi-terroristas en virtud de que los efectos psicosociales generados por el incidente violento son en esencia los mismos. Esto último es lo que ha sido detectado por nuestros estudios. Mucho ojo, la retransmisión de pánico se atiende de manera integral, no se castiga ni se elimina por decreto.
4) Ante este tipo de eventos, para nuestra mente afectada resulta irrelevante que se diga que una determinada ciudad tenga 45 o 57 homicidios por cada 100,000 habitantes. Si en cierto caso, como por ejemplo Monterrey que presenta cifras de homicidios notablemente inferiores a las de otros municipios como Tijuana, estos homicidios son debidamente publicitados (por ejemplo, cuerpos mutilados colgados de puentes en las vías públicas), la percepción de la población es fuertemente impactada sin importar los valores absolutos que estas cifras representan.
5) De este modo, los sucesos de la última semana, como la masacre del autobús de pasajeros, golpean dramáticamente nuestra psique colectiva, y cualquier cosa que se diga en sentido distinto a este impacto será disonante con lo que nuestra mente lee.
6) No se trata exclusivamente, entonces, de una lucha en contra del crimen organizado, o del combate entre cárteles. Se trata también de una batalla psicológica en la que nuestra sociedad sufre de manera cotidiana. Ésta última no se libra a través de soldados y tanques sino a través de un enfoque integral que pueda resultar en la otra paz, la paz interna. En esta liga he hablado anteriormente acerca de algunas estrategias de combate a los efectos psicosociales producidos por la violencia, pero no es lo único. Hay grupos y organizaciones en el mundo que trabajan con sociedades expuestas a situaciones similares a la nuestra y es indispensable que comprendamos la necesidad de incorporar su experiencia.
Estamos, en efecto, en una situación de emergencia. La construcción de paz pasa por atender y vencer nuestro pánico, nuestro estrés, y poder imaginar con claridad las más profundas soluciones para nuestro país.
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Twitter: @maurimm
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