extracto de la columna de excelsior
La herencia maldita y La Mano con Ojos
El enfrentamiento del domingo pasado por las calles del puerto de Veracruz no es, desgraciadamente, un hecho aislado: se han sucedido ataques, enfrentamientos, actos de violencia en el puerto y en otros puntos de la entidad. Lo que llamó profundamente la atención es que en la zona más turística del puerto, los sicarios hayan hecho detonar una granada entre la gente para frenar el avance de las fuerzas de seguridad, con el consiguiente costo de vidas y heridas a personas que simplemente pasaban por el lugar. Es una demostración más del desprecio por la vida que tienen estos sujetos y, una vez más, también, de la hipocresía y el error en el que viven quienes aún consideran que con estos personajes se pueden establecer acuerdos o negociaciones.
Lo cierto es que esta ola de violencia que vive Veracruz tiene explicaciones bastante claras: por una parte han disminuido los combates entre criminales en Tamaulipas porque, ante el creciente acoso gubernamental, de alguna forma, los grupos que allí estaban en guerra, Los Zetas, con sus aliados, y el cártel del Golfo, con los suyos, han trasladado buena parte de ese enfrentamiento a Veracruz. Los hechos del domingo comenzaron por enfrentamientos entre bandas rivales y se extendieron cuando llegaron tropas para tratar de controlar la situación. Pero el segundo punto, clave en toda esta historia, es que ha crecido esa lucha porque, según informes de inteligencia federal, las anteriores autoridades estatales habían permitido que un grupo criminal, con el aparente beneplácito de las autoridades locales, mantuviera el control del estado. El entonces gobernador, Fidel Herrera, se vanagloriaba de que las cosas estaban en paz y en orden porque, como ocurre siempre que un grupo criminal controla un estado, no hay enfrentamientos porque no hay disputa. Ante el cambio de gobierno, esos acuerdos dejaron de existir y comenzó un enfrentamiento abierto por la plaza. Ambos procesos van de la mano y los dos se retroalimentan. Hay herencias que, cuando se descubre su contenido, resultan malditas...
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